Antes de ser madre siempre que escuchaba esta palabra o veía en algún niño este comportamiento, me venía una sensación de mucho agobio y pensaba: pobres padres, menuda situación…
Hoy, siendo madre, veo las cosas de otra forma muy distinta. Mi primer pensamiento es tratar de ver que le ocurre, que me está mostrando que yo no veo, que necesidad tiene…
Hay algunos momentos que esto no resulta tan fácil, en ocasiones cuando se dan en un lugar público, tendemos a querer que paren lo antes posible, tomando actitudes que por lo general, no favorecen mucho al niñ@, como darles algo que les gusta para hacerles salir de ese estado o ponerles el móvil con algún vídeo…
Bajo mi visión, una rabieta requiere principalmente de muuucha paciencia, para desde ahí poder afrontar todo lo que viene después.
Intentar que nuestr@ niñ@ nos exprese que siente es fabuloso. Para ello nosotros procuramos siempre agacharnos, ponernos a su altura y preguntarle que le ocurre. La mayoría de las veces él sabe que siente y nos lo comparte, bien sea llorando, gritando o en el estado en el que se encuentre.
Otra forma que nosotros solemos utilizar es hacerle preguntas sobre cosas que nosotros creemos que le pasan como: ¿estas enfadado?, ¿esto que ha pasado no te ha gustado?, ¿estas triste porque querías…?, ¿quieres decirnos algo?.
Esta forma de comenzar a nosotros nos va muy bien porque él ya está en otra actitud y presta más de atención a lo que le decimos. Así comenzamos, de alguna forma, un diálogo más tranquilo y respetuoso.
En ocasiones esto no funciona porque la rabieta es tan fuerte que no quiere saber nada, no quiere escucharte, ni mirarte, ni que le toques…
Es por eso que, en estas ocasiones, nosotros procuramos estar siempre en acogida con él, esperándole, ofreciéndole nuestros brazos o algún objeto con el que descargar todo ese enfado que tiene, como un cojín, un peluche o algo similar.
Para nosotros el no ceder es importante, pero no le dejamos ahí esperando que simplemente se pase, sino que permanecemos el tiempo que cueste, sin enfadarnos, sin gritar, sin querer que pase rápido…, como decía antes con muuuucha paciencia.
Cada poco tiempo le ofrecemos alguna alternativa. Si por ejemplo el enfado es porque no quiere recoger sus juguetes, le ofrecemos recogerlos juntos. Al principio como esta muy muy enfadado no quiere recoger de ninguna forma, ni solo ni acompañado, así que, permanecemos ahí tranquilamente sentados junto a él.
Tratamos de no dejarle que se vaya a otro sitio, ni que se ponga a jugar con otra cosa, pero siempre con mucho amor, diciéndole por ejemplo: no te voy a dejar que tires las cosas, si quieres podemos recogerlo juntos, podemos cantar esa canción que nos gusta para recoger, cuando recojamos esto podemos jugar a eso otro que quieres, si quieres mama o papa de cogemos y te abrazamos para estar más tranquilo hasta que quieras recoger…
En un primer momento casi nada de todo esto funciona, pero cuando permanecemos…, es maravilloso ver la transformación que se va produciendo en él. Poco a poco empieza a contactarte visualmente, se va acercando…. Él sabe que no estamos enfadados con él, sino que simplemente hay que recoger. Empieza a hablar de una forma más tranquila, empieza a contactar con lo que hay que recoger, a hablarnos….
Poco a poco va diciéndonos que forma de las que le hemos ofrecido anteriormente decide escoger… acompañarle a recoger, un abrazo para calmarse y luego recoger juntos o cualquier otra opción que él sabe que está disponible con nosotros.
Una rabieta casi siempre nos dice algo…, para nosotros, las más comunes son cuando tiene mucho sueño o esta cansado. También cuando llevamos un rato que no le prestamos mucha atención o estamos con él sin estar presentes del todo….
Algunas veces también se producen rabietas importantes cuando no sabe gestionar una emoción que siente o cuando hay una situación que le saca de su seguridad, bien por rutina o por cualquier otra circunstancia.
Así que…, ¿como no les vamos a acompañar con el máximo amor?, si vemos todo esto…, ¿como vamos a enfadarnos con ell@ si comprendemos que les pasa?.
En definitiva, las rabietas nos invitan a revisar en nosotros muchas actitudes y reacciones que tenemos. Algunas de ellas somos conscientes porque vienen con nosotros desde hace mucho tiempo y otras que permanecían ocultas afloran con las actitudes de nuestros hij@s.
Los niñ@s son nuestros grandes maestros.